viernes, 26 de junio de 2020

Aquí no vendemos padres...

Una joven pareja entró en el mejor comercio de juguetes de la ciudad. Ambos se entretuvieron mirando los juguetes alineados en las estanterías. Había de todo tipo. No llegaban a decidirse. Se les acercó una dependienta muy simpática.

- "Mira", le explicó la mujer. "Tenemos una niña muy pequeña, pero estamos casi todo el día fuera de casa y, a veces, hasta de noche."

- "Es una cría que apenas sonríe", continuó el hombre. "Quisiéramos comprarle algo que la hiciera feliz, algo que le diera alegría aún cuando estuviera sola"

- "Lo siento", sonrió la dependienta con gentileza. "Pero aquí no vendemos padres."

Cuántos niños y niñas han tenido que crecer sin la compañía y la guía de un padre o de una madre, y hasta quizás de ambos. 

Algunos, como la niña del cuento, porque sus padres no tienen tiempo y se la pasan trabajando, cambian la felicidad de su hija por dinero. Otros porque sus padres los abandonan; el papá la mayoría de veces, la mamá (muchas veces adolescente) porque necesita vivir su vida y su hijo(a) le demanda mucho tiempo y decide dejárselo a sus abuelos y así muchos casos más.

¿Qué sucede cuando estos niños crecen sin una figura paterna o materna, sin una familia, a  veces a la sombra de un pariente o un padrastro maltratador o abusador?

¿Qué sucede cuando las prioridades están volteadas, torcidas, equivocadas?

Los hijos que Dios nos da son parte de la bendición que Él nos concede, son una herencia del Señor. No son una carga económica, ni una presión sobre nosotros. Tenemos que amarlos y educarlos, enseñarles a ser buenos ciudadanos y hacerles partícipes de todas las cosas buenas que Dios nos ha dado.

Los hijos necesitan de sus padres, necesitan que estos los guíen, los amen,  los aleccionen, los instruyan y los disciplinen. 

Los niños cuyos padres se desentienden de ellos, aquellos a los que les falte dirección, o que les falte amor, normalmente cuando van creciendo se vuelven rebeldes e irrespetuosos.

Efesios 6:4 dice:

Efesios 6:4

Hoy es "normal" ver en la calle y escuchar en las noticias, jóvenes en la delincuencia, en las drogas, sin valores, faltos de disciplina. Algunos son "de casa", que llegan de provincia a estudiar en las universidades de las capitales del país, y en el primer fin de semana después de clases los ves en bares y discotecas, fumando yerba y embriagados. 

Jóvenes de 16 y 17 años que terminan borrachas y drogadas, cayendo en las manos de cualquier aprovechado que termina acostándose (abusando) con ellas.

Mientras sus padres, allá en su pueblo, creen que sus hijos están en buen camino, que por solo ser "juiciosos" están libres de cualquier tentación.

No pueden estar seguro de ello, sino les inculcaron valores y principios cristianos.

Como padre y madre pidele a Dios sabiduría para guiar y educar a tus hijos, corrígelos, disciplínalos, no dejes que caigan en la perdición.

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La canción para hoy, date el gusto de escucharla y cantarle a nuestro Señor.

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