sábado, 18 de julio de 2020

¿Para qué quiero una corbata?




Un hombre avanza desesperado por el desierto. Acaba de beber la última gota de agua de su cantimplora. El sol sobre su cabeza y los buitres que lo rondan anuncian un final inminente.

- "¡Agua!", grita. "¡Agua!¡Un poco de agua!"

Desde la derecha ve venir a un beduino en un camello que se dirige hacia él.

- "¡Gracias a Dios!", dice. "¡Agua por favor... agua!"

- "No puedo darte agua", le dice el beduino. "Soy un mercader y el agua es necesaria para viajar por el desierto."

- "Véndeme agua", le ruega el hombre. "Te pagaré..."

- "Imposible. No vendo agua, vendo corbatas."

- "¿¿¿Corbatas???"

- "Sí, mira qué maravillosas corbatas... Estas son italianas y están de oferta, tres por diez dólares... Y estas otras, de seda de la India, son para toda la vida... Y éstas de aquí..."

- "No... No... No quiero corbatas, quiero agua... ¡Fuera! ¡Fueraaaaa!"

El mercader sigue su camino y el sediento explorador avanza sin rumbo fijo por el desierto.

Al escalar una duna, ve venir desde la izquierda otro mercader. Entonces corre hacia él y le dice:

- "Véndeme un poco de agua, por favor..."

- "Agua no", le contestó el mercader. "Pero tengo para ofrecerte las mejores corbatas de Arabia..."

- "¡¡¡Corbatas!!! ¡No quiero corbatas! ¡Quiero agua!", grita el hombre desesperado.

- "Tenemos una promoción", insiste el otro. "Si compras diez corbatas, te llevas una sin cargo."

- "¡¡¡No quiero corbatas!!!"

- "Se pueden pagar en tres cuotas sin intereses y con tarjeta de crédito. ¿Tienes tarjeta de crédito?"

Gritando enfurecido, el sediento sigue su camino hacia ningún lugar.

Unas horas más tarde, ya arrastrándose, el viajero escala una altísima duna y desde allí otea el horizonte.

No puede creer lo que ven sus ojos. Adelante, a unos mil metros, ve claramente un oasis. Unas palmeras y un verdor increíble rodean el azul reflejo del agua. El hombre corre hacia el lugar temiendo que sea un espejismo. Pero no, el oasis es verdadero.

El lugar está cuidado y protegido por un cerco que cuenta con un solo acceso custodiado por un guardia.

- "Por favor, déjeme pasar. Necesito agua... agua. Por favor."

- "Imposible, señor. Está prohibido entrar sin corbata."

¿Cuántas veces Dios te ha brindado la ayuda que le estás pidiendo y tú no la has acogido?

¿Cuántas veces tienes la respuesta en tus narices y eres tan ciego que no la ves?

¿Cuántas veces has rechazado la ayuda de Dios desconociendo que viene de Él?

¿Qué puedes hacer para que esto no te suceda? 

El Señor te está hablando permanentemente a través de su palabra, Santiago 4:8 dice:

"Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones"

¿Cómo entonces te puedes acercar a Dios?

La única manera de acercarnos a Dios es a través de su palabra y a través de la oración. Si nos mantenemos fieles, si escuchamos y obedecemos lo que Él nos manifiesta en su palabra, entonces la relación con Él crecerá y se hará más fuerte.

¿Es difícil?

Si. No siempre es fácil obedecer.

Luchar contra la voluntad humana, renunciar a tus propios deseos, renunciar a tomar decisiones por tu cuenta, se te hace más fácil si cuentas con Él.

La canción para escuchar hoy es...




4 comentarios:

  1. Jajajaja .. que risa suema ironico u tan teal muchas veces somos tercos pero es muy claro comunion perseverancia obediendcia escucharemos la voz de Dios en nuestras vidas ..pensamos que nos van a hablar al oido es una invitacion a estar atento por medio dd quien o que Dios nos habla hermosisima enseñanza gracias.

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  2. Excelente relato somos tercos y tenemos las soluciones a la mano Dios nos desampara.

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  3. A veces nuestra fe es poca, no terminamos de entregarle nuestra carga, somos intermitentes en el proceso, decimos: ayúdame Señor, te dejo a ti está preocupación, yo confío en ti, pero al poco tiempo ya estamos nuevamente pensando en el problema, preocupándonos, cargando nuestra carga. Debemos creer en que si El dice que nos hará descansar así será.

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